Mostrando las entradas con la etiqueta TV de Monterrey. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta TV de Monterrey. Mostrar todas las entradas

viernes, 31 de mayo de 2024

Recordando al Canal USA

Where no cat has gone before...
La tormenta que cayó la noche del Martes en la ciudad fue un tanto sorpresiva. Y digo "un tanto" porque se había anunciado que tendríamos lluvias catalogadas como fuertes, pero creo que pocos esperaban que llegaran al nivel que pudimos contemplar hace unas horas. A pesar de las complicaciones que los aguaceros siempre terminan provocando en la ciudad (como muchas personas dicen: nunca llueve en Monterrey... y cuando llueve, se hace una tragedia), siento que nos cayó bastante bien para darnos un respiro en la ola de calor que superaba los 40 grados constantes, sin mencionar que nos ayudará un poco a combatir la sequía. Bueno: por lo menos de aquí hasta el comienzo de la temporada de lluvias fuertes, entre Julio y Septiembre. Como decía en el post anterior, tengo la esperanza de que dicho periodo venga con una buena cantidad de precipitaciones (ya sé que el término suena algo "técnico", pero no quiero ser repetitivo), no muy diferente a lo que ya tuvimos en 2020 ó 2022, cuando todo parecía perdido para nuestra cálida, seca y climáticamente caprichosa ciudad.

En fin... Tras un corte de energía que duró varias horas, y mientras intentaba dormir sin tener demasiado éxito, estaba recordando que durante la Primavera y el Verano de 2003 me gustaba ver el entonces llamado Canal USA (o USA Network, nombre oficial), que era el 56 del servicio básico de Cablevisión. En él se transmitían algunas de las series que estaban de moda en EEUU por esos años, como las diferentes versiones de Law & Order, JAG, Hercules o Xena, junto con películas "AAA" y otras que, más bien, estaban hechas para TV. Siempre lo consideré como el complemento del canal Sony (29) y, sobre todo, del AXN (23), puesto que el estilo de programación de ambos era bastante similar: acción, algo de misterio, quizá un poco de comedia y cero drama. Ahora bien, yo no veía el canal USA por las series modernas. Esas no me interesaban particularmente. No; a mí me gustaba sintonizar su programación porque a principios del ya mencionado 2003 se pusieron algo "retro", y de eso quiero hablarles el día de hoy.


I. You don't need a mastermind...

 

He buscado algunas referencias sobre el momento exacto en el que USA comenzó a transmitir lo que llamaron la Barra de Detectives, pero sólo he podido encontrar noticias sobre la programación para Brasil, la cual imagino que era distinta a la de México (o tal vez no. Creo que la de Cartoon Network, por ejemplo, resultaba exactamente igual para Centro y Sudamérica. De cualquier forma, no me cuadra con lo que puedo recordar). Al menos hay una coincidencia relevante: que en algún punto de Marzo o Abril de 2003, justo a las 12:00 PM de cada día de entre semana, daban un programa policíaco de la década de 1970/1980. Si no estoy mal, seguían este orden: los Lunes y Viernes, el horario le correspondía a Magnum P.I., con Kojak los Martes. Los Miércoles le llegaba el turno a The Rockford Files, mientras que el Jueves salía Baretta. Los Domingos pasaban uno o dos episodios de Columbo, y... ¿Starsky & Hutch? No... a esta serie la incluían como parte del bloque de madrugada del canal Sony, junto con The Incredible Hulk y otras contemporáneas, pero no entraba en la Barra de Detectives de USA.


Empecé a ver Kojak y Baretta de forma regular, aunque no estoy seguro de cómo ni por qué. Lo más seguro es que algún Martes haya sintonizado el canal USA antes de salir a la Preparatoria (estudiaba en el turno de la tarde), por simple casualidad. La serie tuvo que haberme parecido lo suficientemente interesante como para querer verla cada semana. De nuevo: era principios de 2003. Se trataba de una época en la que las series completas en DVD apenas estaban comenzando, y pocas personas en Monterrey (o en todo México, para acabar pronto) tenían reproductores de dicho formato. La mayor parte de los mortales seguíamos con VHS, en donde sólo podíamos conseguir algunos cassettes con tres o cuatro episodios elegidos al azar. 

En el caso de Kojak, la serie era completamente nueva para mí. No tengo memoria de que alguna vez, a diferencia de The Munsters (creo que, con poquísimas excepciones, todos los niños y adolescentes que vivimos la década de 1990 en México vimos a Los Munster. Para nosotros, The Addams Family eran los personajes de una película moderna, con un director raro. La verdadera familia "terrorífica y cómica" de la TV era The Munsters), Gilligan's Island (otra super clásica, y algunos de nosotros también recordamos las caricaturas... ¡hasta Gilligan's Planet, el Planeta de Gilligan!), Bewitched I Dream of Jeannie (las clásicas series que pasaron y pasaron durante años en la TV nacional), haya formado parte de la programación abierta de los 90. Ocurría lo mismo con Baretta, que empecé a ver poco después de Kojak, aunque no me gustaba tanto (quizá lo mejor era el tema musical, a cargo de Sammy Davis Jr.). Magnum P.I. no me parecía interesante (se me hacía muy aburrida, por algún motivo. Sentía que le faltaba un poco de acción para tener a un antiguo SEAL con nombre de calibre como protagonista), y sólo llegué a ver un par de episodios de The Rockford Files, sin conectar mucho con la trama. 

Algunos años más tarde me enteré de que Telly Savalas, antes, durante y todavía después de su tiempo como Kojak, grabó algunos discos (5 álbumes de estudio y un buen número de sencillos, según nos informa Discogs) con covers de temas de Pop y Country de la era, como Yesterday When I Was Young, Something, Honey (ok, ésta si me sorprendió. No es un tema que esperara escuchar en la voz de Kojak), Help Me Make It Through The Night y otras canciones originales. Vamos con un par de sus temas: I Walk the Line (de Johnny Cash, por supuesto) y Some Broken Hearts Never Mend (de Don Williams).



Ahora, ¿qué pasaban en USA Network los Sábados? ¿Más detectives, como Columbo los Domingos? Para nada. De hecho, comparando el realismo de las historias de detectives, la programación sabatina de USA no podía ser más opuesta a los relatos policíacos. La ciencia ficción se hacía presente con los "maratones" dedicados a Star Trek: cada Sábado, el canal de TV por cable debicaba las tardes para el deleite de los Trekkies que disponían de tiempo libre. Empezaban a las 2 PM con The Original Series, siguiendo con The Next Generation, Deep Space Nine y finalizando a las 5 PM con Voyager. Y si esto no era suficiente, por un tiempo podíamos cambiar al canal AXN a las 6 PM, para también mirar la repetición del nuevo episodio de Enterprise, que en 2003 era la novedad en cuanto a Star Trek se refería (claro: nada que ver con lo que ahora representa la serie. Tras las películas que sacaron en los 2010, ya ni siquiera sé cuántas adaptaciones de la franquicia existen, puesto que inclusive ya aparecen en formato de caricaturas para "adultos"). Considerando que, en ocasiones, por el propio USA o AXN podían pasar algunas de las seis películas basadas en TOS, u otras tantas de TNE (como First Contact) para cerrar el día, hablamos de que prácticamente todo el Sábado le pertenecía a Star Trek. Para el Trekkie apasionado, y volviendo al tema de que no era tan sencillo -o posible, de plano- encontrar las series completas en formato casero, era una forma excelente de aprovechar su pasión por las creaciones de Gene Roddenberry.

Y sigo en espera de que alguna vez llegue a Steam...
No me puedo considerar como Trekkie, pero siempre me gustó la serie original (todavía, en realidad. Es de las pocas series de TV que todavía acostumbro disfrutar de cuando en cuando). Era, de hecho, la única que no me perdía cada tarde de Sábado. No me importaba mucho The Next Generation, y menos Deep Space Nine. Voyager no estaba mal, pero admito que buena parte de mi interés por la serie se dio gracias al excelente juego de PC Star Trek Voyager: Elite Force, junto con su menos conocida secuela. Ambos títulos estaban ambientados en el mundo de Voyager (la segunda parte recibía mucha influencia de TNG, sin embargo), y cumplían perfectamente lo que siempre he considerado como regla de oro cuando nos referimos a la adaptación a videojuego de una franquicia: que pueda gustarle tanto a sus fanáticos como a aquellos que no saben nada del material de origen. En ese aspecto, los dos EF fueron un éxito, y creo que puedo considerarlos como las mejores representaciones de Star Trek en el ámbito gaming (también conocía a Voyager por la parodia publicada en la revista MAD en el número de Septiembre de 1995, que por aquí tuvimos en la tercera época de MAD en México).

Siempre lamentaré que perdí la oportunidad de comprar el primer Elite Force en su versión original, en caja de cartón grande (antes de que los juegos de PC comenzaran a distribuirse por medio de cajas estilo DVD), debido a mi maldita falta de fondos. Los de mi generación quizá recuerden las tiendas CompuPrice y sus ventas nocturnas, que fueron un intento de crear una cadena  dedicada a la tecnología (una especie de "Best Buy nacional"). La empresa tuvo muchos problemas financieros, sin embargo, terminando por cerrar de manera definitiva a mediados de la década de 2000. En una de las sucursales -muy cercana a mi casa, por cierto- tenían un remate de juegos de PC: 3 por $180.00. Inclusive en el momento del que les hablo (más o menos entre Junio y Agosto de 2003), era toda una ganga. Un juego promedio costaba $250.00, para darles una idea. Entre el inventario de CompuPrice estaba, por supuesto, Elite Force... y yo corto de efectivo después de haber tenido algunos gastos, por lo que no pude aprovechar la oferta. Perder la oportunidad de tener este juegazo en mi colección sí que me dolió... pero, como ya se sabe: You can't always get what you want... y eso es algo que no cambia, sin importar las circunstancias o el paso del tiempo.


II. Midnight confessions



Entre el papeleo del Departamento de Asuntos sin Importancia, hice unos pequeños cambios en el diseño del blog. Modifiqué el tamaño de los videos de YouTube que suelo incluir en los posts, puesto que estaba utilizando el que arroja Blogger por defecto. No estaba mal, pero era demasiado pequeño y no permitía manejar el control de volumen. Ahora los videos se pueden apreciar y manipular con mayor facilidad, lo que me gusta (algunos videos tendrán tamaño mediano y otros grande, dependiendo del tipo de contenido).

Confesaré que algunas veces me pregunto si tener el blog tiene mucho caso. Quiero decir, ¿pueden ser mis desvaríos de algún interés para el lector promedio? No lo sé. Una parte de mí me dice que continúe; que quizá mis largos escritos terminarán por encontrar lectores que compartan mis recuerdos, por lo menos, se entretengan un poco con mi acostumbrado rollo de palabras. Otra parte de mi cansado cerebro me dice que es una tontería... pero no deja de ser mi tontería, y mi necesidad de mostrar -quizá de forma sencilla, quizá de forma ingenua- mis pobres anécdotas y memorias. Así que, a pesar de la moral baja que a veces puede llegar, aquí seguiremos. Y veremos qué pasa, con el tiempo. 

Ya tuvimos algo de música con Telly Savalas, pero no está de más cerrar con alguna otra melodía que acostumbraba escuchar en la época que hoy recordamos. Vamos con Floyd Cramer y Last Date, tema de 1960 que trae recuerdos de principios de los 2000:

viernes, 5 de abril de 2024

Cablevisión en primavera

Como actualización rápida del blog, quería contarles un poco acerca de este video que acabo de subir a YouTube. Se trata de una pequeña (recalco pequeña) grabación que data de Abril de 2001, mostrando lo que era el contenido de Cableguía, ese canal especial que formaba parte de la cartelera de Cablevisión Monterrey (ahora simplemente conocida como izzi, habiendo dejado de pertenecer a Multimedios desde hace mucho), en el que podíamos revisar fácilmente la programación de todos los canales del servicio... con acompañamiento de algunas melodías instrumentales que, de cuando en cuando, sorprendían por su calidad (ok: más o menos...).

El video está compuesto de cuatro fragmentos que me encontré hace un par de años, en un viejo y (sin metáforas de mi parte) maltratado VHS. Junto con otros más, llevaba bastantes años guardado en una caja de la que ya ni siquiera me acordaba. Tenía la estúpida idea de que había conservado muchos cassettes con grabaciones de, principalmente, el canal Retro (tuve cierta afición por las películas antiguas entre 2003 y 2005. La verdad es que el cine no es lo mío, con poquísimas excepciones), aparte de algunos episodios de Los Simpsons, Ace Ventura, Freakazoid! y otras caricaturas que solía ver a fines de los 90... Pero resulta que esos VHS, en algún momento de poca reflexión, fueron desechados... quedando solamente algunos que no contenían muchas cosas de particular importancia. En fin: mi curiosidad por saber qué podían estar escondiendo dichos cassettes sobrevivientes me llevó a adquirir una videocasetera ligeramente peñasqueada, pero funcional y barata. Fue gracias a dicho experimento de ociosidad que pude obtener, además de una buena cantidad de comerciales del Monterrey de 1996/1997 (sí, los voy a publicar. Todo a su tiempo), esta pequeñísima muestra de lo que fue la bien conocida Cableguía en 2001.

El canal Warner tenía una programación genial de series
animadas en esa época. Nada que ver con lo que ahora ponen...
pero, en realidad, ¿hay buenas series animadas actualmente? Nah.

Los dejo con esta captura, misma que corresponde a una parte de la grabación que preferí no incluir en el video. ¿Por qué? Pues porque sólo dura un par de segundos. No valía la pena. Las fechas de las grabaciones, correspondientes justo a la Semana Santa de 2001, me hacen pensar que estaba haciendo algunas pruebas para confirmar cómo podía grabar con el convertidor de Cablevisión (apenas habíamos contratado el servicio unos 6 meses atrás. Yo tenía 15, estaba algo verde para esas cuestiones, blah, blah). Es la teoría con más sentido, ya que de otra manera veo difícil haber grabado el canal de la programación por simple gusto Noten las temperaturas de ambas fechas, por cierto: el 14 de Abril a las 21:00 estábamos a 30°... y la cosa había cambiado totalmente para el 18 a las 22:00, con el termómetro marcando 13°. Ah... el clima loco de nuestro querido Monterrey. Conservo bastantes recuerdos de lo que fueron esas vacaciones (era mi último año de Secundaria), y estoy casi seguro de que llegaron días nublados y lluviosos durante la segunda semana. Esto cuadra, entonces, con lo que nos dice la temperatura de la Cableguía. Buenos tiempos... y, ahora que lo pienso, creo que fue el 19 de Abril cuando vi, por primera vez, a cierta pequeña vampira animada en la que mi yo de 15 años ya no pudo dejar de pensar... Pero hablaremos de ese momento de la vida más tarde, en los artículos futuros del blog.

sábado, 2 de marzo de 2024

Un cassette de Cat Stevens, por favor


Catz buscando discos a precio razonable
en Salinas & Rocha (1999, colorized)
Ya sé que voy a sonar como uno de esos comentarios tontos (y bastante cliché) de YouTube, pero... creo que puedo asegurar que mi entusiasmo y gran cariño por la música empezaron desde que era muy niño, puesto que apenas tenía 7 años cuando, por elección propia y movido por una extraña curiosidad, me ponía a escuchar los cassettes que formaban parte de la numerosa colección de discos de la familia. Aunque esa chispa de interés por las cuestiones musicales había nacido un poco antes, gracias a cierto tema en inglés de 1954 (Rock Around the Clock de Bill Haley. Todo se lo debo a las geniales carpetas de Los Monstruos del Ritmo de Sabritas... específicamente, a Rocky' n Roll), la verdad es que no le prestaba mucha atención a la música en tal idioma. Mis gustos se limitaban por completo a las canciones en español, o a las melodías instrumentales. Y es que, después de todo, era comprensible. Mis habilidades con el inglés, haciendo a un lado las palabras básicas y "comerciales", era nulo. A diferencia de mis dos hermanos mayores, quienes aprendieron el idioma desde la educación elemental, el plan conmigo fue distinto. Más... rústico.

Vaya: como estudiante de Primaria pública en lugar de colegio cremoso y privado, el inglés no formaba parte del programa de mi enseñanza básica. De hecho, en algún momento me dijeron que adquirir preparación en el inglés se me iba a "dificultar mucho", que quizá "nunca" podría aprenderlo... y que debía preocuparme por ello. Ahora bien, a pesar de las advertencias gitanas, mis padres no se iban demasiado con la idea de que recibiera clases particulares, así que pasé varios años sin prestarle importancia a mi pobre dominio del vocabulario anglosajón. Esta bendita ignorancia trajo como resultado que las canciones en dicho lenguaje me parecieran incomprensibles: balbuceos acompañados de música, sin interés para mis oídos infantiles (con la posible y única excepción de Sixteen Tons, en voz de Alberto Vázquez, muy buena versión del clásico de Tennessee Ernie Ford que era bastante fácil de escuchar en las estaciones de AM. Por cierto: Vázquez siempre será, para mí, el mejor intérprete mexicano de la era del Rock, incuestionable. Era, y sigue siendo, un chingón). El caso es que todo el panorama de los idiomas empezó a cambiar en mi vida con la llegada del verano de 1998. Fue cuando se dieron, al mismo tiempo (quizá por suerte; quizá porque ya era el momento), varias situaciones que me llevaron a, por fin, darle su merecido lugar a esa música que había ignorado hasta entonces por la barrera del lenguaje.


I. It's still Rock and Roll to me


Lo primero que pasó no podía evitarse: en ese año entré a la Secundaria... y, como es sabido, una de las materias por defecto de la educación en México, tanto en Secundaria como en Preparatoria, es (o era, no sé cómo anden las cosas actualmente) el Inglés. Me gustara o no, y sin importar el "temor" que pudiera experimentar hacia el idioma, iba a tener que aprenderlo. Un poco antes de ello, todavía durante las vacaciones, empecé a ganar más contacto con la música en inglés por diferentes medios. Si alguien de Monterrey me está leyendo (y que sea mayor de 30), posiblemente recordará que el Canal 34, entre el 95 y 97, dedicaba su transmisión principalmente a películas y programas de videos musicales. Esto cambió para, más o menos, principios del 98 (quizá poco antes, quizá poco después), cuando se convirtió paulatinamente en repetidora del Canal 4 del DF (entonces llamado Central 4. Sí, en el que pasaban series animadas como Dilbert, Daria, King of the Hill o la primera temporada de Family Guy, junto con "live-action" que en ese momento gozaba de mucha popularidad en EEUU y Canadá, siendo el caso de Are you afraid of the dark?, Goosebumps o Seinfeld). Como relleno a dicha carterlera, también incluían los típicos informerciales de media hora... y uno de ellos, que regularmente aparecía los sábados a la 1:00 PM, estaba dedicado a una colección musical llamada Rock 'N' Roll Era, del editor Time-Life. Consistía en 7 álbumes con temas en inglés de la época de comienzos del Rock, abarcando de 1954 a 1961. Durante muchos años pensé que estaba perdido, pero un usuario de YouTube lo publicó recientemente. Aquí se los dejo, aunque cabe señalar que está en inglés (un agradecimiento sincero a Joe's Video Archives por subir este material):

Sí... es tal como lo recordaba, aunque por el Canal 34 lo pasaban con doblaje nacional. Me acuerdo muy bien que Steve Carlson era interpretado por el actor Gerardo Reyero, cuya voz estaba ganando mucha popularidad en todo el país por su trabajo como Freezer en Dragon Ball Z (eran justamente los días cuando se estrenaron dichos episodios por el Canal 5. Como buen púber de 12 años, por supuesto que los vi). No está de más aclarar que la colección completa de Time-Life era extremadamente grande (más de 50 álbumes), pero la versión que se vendía por medio del Canal 34 resultaba muy básica, aunque no por ello mala (era una variante patrocinada por el presentador Dick Clark, hombre muy querido por el público de EEUU). El caso es que dicho infomercial contenía fragmentos de muchas de las versiones originales de los temas que yo conocía por los covers hechos en México. Mis padres ya me habían aclarado que las canciones del Rock mexicano que yo solía escuchar eran, en su mayoría, adaptaciones de temas en inglés, francés o italiano. Naturalmente, no le había dado importancia a ese detalle sino hasta que pude conocer tales canciones de primera mano. Este informercial, que para el Canal 34 no era otra cosa más que simple relleno pagado, me había dejado una cosa muy clara: no importaba cómo, pero quería saber más de Buddy Holly, de Fats Domino, Roy OrbisonChuck Berry, de los Everly Brothers... nombres que poco antes me habían resultado completamente extraños.

Por esas mismas fechas, un compañero de trabajo de mi padre le prestó el genial Live at the BBC de The Beatles, lo que provocó una conversación sobre Buddy Holly y su influencia para The Fab Four con Crying, Waiting, Hoping. Esto a su vez llevó a que me contara sobre Ritchie Valens y la película La Bamba, que luego trajo la compra del soundtrack (muy bueno, por cierto). Un par de discos más y algunas conversaciones con el viejo sirvieron para que, en cuestión de unas pocas semanas, conociera más canciones en inglés de las que podría haber escuchado en un par de años. Ahora bien, yo quería conocer más... Ahora bien, la cosa es que cuando tienes 12, es 1998 y falta todavía para que sepas lo que es el Internet, la única manera de obtener música es: o pedirla en alguna estación de radio, o ver si puedes encontrar los discos a precio razonable. Al final, y como seguramente todos mis contemporáneos hicieron, terminé creando una mezcla de ambas cosas. 

En cuestión de la radio, yo no salía de AM, teniendo muy claro cuáles eran las estaciones en las que sabía que podía escuchar Rock de los 60 en español: la RG 690 (no se dedicaban a los deportes al 100% en esa época. Tenían programación musical durante las noches y, al menos entre 1995 y 1997, sólo música "del recuerdo", con la conducción de Víctor Manuel Hernández. Yo les marcaba bastante... quizá demasiado), Radio Recuerdo (que, si no estoy mal, es la única estación de "mis tiempos" que sigue activa hasta la fecha, con su estilo intacto. Da miedo pensar que aquellos temas que que estaban de moda en los 2000 ya se consideran como música "retro"... ¿verdad?) y Radio Centro 770 (al igual que Radio Recuerdo, su estilo iba más orientado al Pop de los 70, 80 y parte de los 90, pero dedicaban 4 horas al Rock sesentero cada día). Sabía que, si quería tener una mayor idea del Rock de los 50/60 en inglés, tenía que pasarme a FM. Y el mejor programa para tal fin era, sin duda alguna, Los Bellos Tiempos, conducido por el Lic. Octavio González (video del canal de LUISMANUEL SALAS).


Tengo bastante para contarles sobre Los Bellos Tiempos, tanto durante su época en Planeta 104.5 como tras su conversión a Golden Planet... y, claro, su cambio a la FB 630 de AM. Hay varias anécdotas que ya publicaré en su momento, lo mismo que algunas grabaciones del programa que tuve oportunidad de registrar entre 1998 y 2003. El caso es que gracias al Lic. Octavio, y a otras figuras de la radio cuyos nombres ya ni siquiera -para mi disgusto- puedo recordar (como el grupo que conducía, los Miércoles y Sábados de 2001/2002, varias horas de transmisión con solo "oldies" en Radio Nuevo León. O el equipo de La Caverna, programa dedicado a The Beatles en la misma emisora, que podía escucharse los Viernes por la noche), fue que supe bastante de una música que durante años había visto como un mundo aparte, lejano y sin interés. Fue mi época como consumidor asiduo de la radio, la cual terminó acabándose en parte por mi entusiasmo hacia las nuevas tecnologías... y a que la radio, simplemente, dejó de ser lo que era por el simple paso del tiempo, la llegada de YouTube, los podcasts... y un largo etcétera.


II. You can't always get what you want



Ahora, ¿qué pasaba con los discos? Bueno... como podrán imaginar, a los 12 no tenía muchas posibilidades de comprar todo aquello que quería. Tuve que aprender a hacer un balance de aquellos álbumes que me gustaban y los que estaban al alcance de mis gastos. Las tiendas más populares del género, como Saharis (que ahora vende puro Funko Pop, ¿no? ¡Qué pérdida de estilo!) o MixUp eran buenas, por supuesto, pero siempre terminaba por encontrar un surtido más adecuado para mis pocos pesos en lugares como Sanborns, Del Sol (la sucursal del Centro tenía una sección de música muy buena, la verdad) y Salinas & Rocha. Se me hizo costumbre pasarme por estas tiendas con una frecuencia un poquito exagerada, especialmente cuando descubrí que por 10 ó 30 pesos podía conseguir cassettes con buen material... Algunos de dichos álbumes no tenían versiones originales (como la extensa serie de International Superhits Collection, producida por el maestro Herbé Pompeyo), pero al menos servían para conocer más canciones. 

Lo que yo buscaba era tener el mayor aprendizaje posible sobre esa música de la que me había estado perdiendo. Claro: puedo mencionar a muchos discos que hubiera querido comprar, pero cuyo precio estaba fuera de mi nivel. La famosa Anthology de The Beatles, o inclusive Past Masters. Varios cassettes nacionales de Elvis (sobre todo Ballads)... Greatest Hits de Billy Joel... Estos álbumes tenían un costo promedio de 120 pesos en versión cassette (en CD llegaban a 180/200). Mi razonamiento era que podía aguantarme y dejarlos pasar, considerando que lo que pagaría por sólo uno de ellos era suficiente para comprar por lo menos 4 cassettes "menores", pero de precio accesible. Y así lo hice, de hecho, sabiendo que no tenía muchas opciones. Había que agregarle el hecho de que en ese tiempo también había comenzado mi interés hacia la lectura, por lo que tenía que decidir bien: discos o libros. No se podían tener ambas cosas. 

Teaser and The Firecat, I presume...
Haciendo memoria de lo que fue ese Invierno/Primavera de 1999, uno de esos álbumes que quise comprar en su momento, y el más caro de todos (por alguna razón que nunca entendí), fue The Very Best of Cat Stevens. Era un álbum recopilatorio de 1990 con algunos de los temas más populares de Stevens, quien para entonces ya tenía un buen tiempo de hacerse llamar Yusum Islam. Yo, le verdad, no sabía mucho de sus trabajos, fuera de Peace Train (que pude escuchar en la 91x. Sí, también hablaremos de dicha estación en el futuro) y de algunas referencias que había encontrado en los discos de mi padre. Pero este cassette siempre me pareció... fascinante. Lo que más me gustaba era la portada: el dibujo representando a una noche tranquila y estrellada, con un personaje estrafalario cuya apariencia recordaba a un duende, acompañado de su gato rojizo y una hermosa luna llena. Me parecía una imagen poética... y extrañamente misteriosa. Cuando lo contemplaba por largo rato, pensando si mi estrategia de "ahorrador" valía tanto la pena, me recordaba a los dibujos de los libros de texto que había tenido poco antes, durante mis años como estudiante de Primaria. No había forma de saberlo a mis 13 años, pero dicha imagen estaba tomada directamente del libro infantil Teaser and The Firecat, escrito e ilustrado por el propio Stevens en 1972 como acompañamiento del álbum con el mismo título (y que, para mí, es uno sus trabajos definitivos como cantautor. Quizá el mejor de todos, desde mi punto de vista). 

Así que, cada vez que me pasaba por la sección de discos en Salinas & Rocha, veía y veía este cassette... hasta que lo dejaba, sabiendo que la compra no iba a pasar. Me terminaba yendo a casa con algo de The Doors que, a suerte de buscar, me había costado una fracción de lo que la tienda pedía por el cassette de Stevens. ¿Que si terminé por comprarlo, después de todo? Pues... sí y no. A mediados de 1999 tuvimos la primera computadora de la familia. Con el descubrimiento de Napster y WinAmp, llegué a la conclusión de que era mejor aprovechar ambas herramientas y ahorrar el dinero que habría gastado en discos. Quizá fue una mala elección, pero en su momento me pareció lógico... Se habían terminado los frecuentes paseos por las tiendas de música, y el cassette de Cat Stevens se quedó en la repisa de Salinas & Rocha, o en la colección de algún otro comprador... que sí tenía dinero, puedo suponer.


Fue hasta 2008 cuando finalmente compré la reedición de The Very Best of Cat Stevens. Era básicamente el mismo álbum, pero con una portada muy distinta... sin ese encanto del duendecillo apuntando a la luna. He pensado en darle gusto a la nostalgia y dejarme de cosas, pidiendo por Ebay la primera versión del disco, esa que tanta curiosidad me despertó hace ya 25 años. Es posible que lo haga... mientras tanto, hace unos días sí que compré el libro original de Teaser and The Firecat. No podía faltar en mi colección de recuerdos, dado el valor emocional de esa pequeña, pero extrañamente reconfortante imagen que, sin exagerar, definió parte de mis primeros años de adolescencia...