sábado, 5 de abril de 2025

En busca del tiempo perdido, o el fracaso que no es

Tonight is just like any other night, Catz...
Hablando con honestidad sobre lo que ha pasado en los últimos 6 meses, tengo que decir que contemplé la posibilidad de cerrar el blog en varias ocasiones. Y esto no fue porque no tenga ideas para la escritura de artículos, puesto que dispongo de muchos temas con el potencial de convertirse en posts de buena calidad (creo yo, por supuesto, dentro de mis cuestionables estándares). Más bien, la motivación baja fue causada por el tráfico tan pobre que este proyecto ha logrado reunir en poco más de un año de existencia. Considerando que Skynet Google aún se niega a indexar las entradas del blog en sus resultados (a diferencia de DuckDuckGo, Bing o Brave... pero, ¿quién usa dichos buscadores, realmente?), la suerte de Ir y quedar permanece sometida al capricho de las visitas que pueden obtenerse gracias a Steam, YouTube u otros lugares en donde su rastro, de una forma u otra, se ha quedado. No es un panorama muy alentador que digamos, lo que quita un poco las ganas de sentarme a escribir durante varias horas, puliendo un artículo que no será visto por ojos diferentes a los míos. Sí: por supuesto que tenemos la satisfacción personal de haber creado algo "bonito", un texto bien logrado... pero estaría siendo muy hipócrita si no aceptara que, como parte implícita de mis ganas de recordar, también ha existido siempre la idea de encontrar lectores que puedan apreciar dichas palabras. No se trata de buscar fama, sino conexión. Esto, supongo, es una reacción natural, inclusive viniendo de un introvertido extremo como yo. No ha habido mucha suerte en ese aspecto, debo admitir. Afirmar otra cosa sería negar la realidad.

Lo anterior me llevó a pensar que lo mejor sería rendirse. Cuando empecé con Ir y quedar en Febrero de 2024, me dejé muy claro a mí mismo que ello representaría un intento final de ser productivo en línea. Si la idea fracasaba, iba a resignarme a no tener presencia alguna en el tormentoso panorama de Internet: no más blogs, no más textos, no más nada. Status quo a 2023. Y, hasta ahora, creo que bien podemos considerar al blog como exactamente eso: un fracaso. A pesar de todo, y quizá guardando todavía cierta esperanza de que las cosas pudieran rescatarse, modifiqué ligeramente el diseño para que fuera más a mi estilo (se agrega a Janet, representando a Australia y a Li'l Elvis and the Truckstoppers, como nueva mascota/símbolo del blog), pero sin decidirme realmente a tomar un camino claro: o seguía... o abandonaba. Time to choose.


I. Looking for the Next Best Thing

 

Dedicando el tiempo a todo que no fuera la escritura, hace unas semanas me encontré con una sorpresa de lo más agradable: dos nuevos artículos en SydLexia.com. Aunque tal vez sería mejor dedicarle algún post especial, al menos puedo contarles que SydLexia fue una de las principales influencias para la creación del blog. Le podemos describir como una página o blog personal, en la que su autor nos narra sus recuerdos y experiencias sobre la cultura pop de EEUU para las décadas de 1980 y 1990: videojuegos, series de TV, juguetes, música, películas... o todo lo que se le pudiera ocurrir a su creador, el hombre de las memorias, Syd Lexia. ¿Qué dices? ¿Que eso suena como un blog retro cualquiera? Para nada. En primer lugar, Syd comenzó el proyecto desde 2004, mucho antes de que surgieran las docenas de páginas de Facebook o canales de YouTube que buscan explotar el tema sin mucha profundidad, explotando el peso que se ha ganado la nostalgia en los últimos años. Pero ninguna puede hablar de los buenos recuerdos con el mismo ingenio y humor que Syd le ponía a cada texto. 

Si mal no recuerdo, conocí a SydLexia.com en Septiembre de 2006, porque unos días antes (como "autoregalo" para mi cumpleaños 21) había comprado Vietcong 2 en GDGames. No estoy seguro de cuál fue mi razonamiento para ello, siendo que el juego ni siquiera podía correr en mi PC de aquellos tiempos (bueno: la demo podía correr, pero a unos 15 FPS. Igual pasó con Condemned. Siempre pensaba que podía jugar títulos nuevos con una FX 5200, sólo para darme cuenta de que estaba siendo un ingenuo. Sí, ya desde entonces). Aprovechando una oferta (lo que era rarísimo en GDGames), también adquirí un disco llamado Capcom Arcade Hits: Volume I, mismo que incluía ports "modernizados" para PC de Street Fighter y Street Fighter II: Champion Edition

A decir verdad, mi razón para comprarlo fue que jamás había jugado el primer Street Fighter. Por supuesto que conocía su secuela a la perfección. No creo que exista algún "niño de los 90" que no tenga conocimientos del clásico de Capcom, y en mi caso podría hablar muchísimo sobre él. Para mí no fue un simple juego: fue toda una parte de mi vida, como serían DooM y Half-Life años más tarde. Pero no sabía nada de Street Fighter, salvo que era el clásico que había comenzado el boom de los videojuegos de pelea a fines de la década de los 80. Así que, con toda la intención de conocer a la leyenda y tener una versión física del que fuera uno de mis títulos preferidos, compré el CD... y, bueno, lo que menos pude mostrar fue entusiasmo.

El port de SFII tenía cierto lag que se antojaba incómodo. Resultaba más agradable jugar la versión Arcade con el emulador Callus, sin ir más lejos (qué gozada era con Final Fight y The Punisher. Lástima que ya se considera obsoleto). Pero Street Fighter... fue cuestión de pocos minutos para darme cuenta de que no me había perdido de nada al no conocerlo antes. No se parecía ni tantito a su secuela. Qué digo: SFII era una obra de arte en comparación del primer título de la serie. Es posible que, si hubiera llegado a experimentarlo en Arcade, mi opinión sería distinta (em, no estoy tan seguro. No pasó con Pit-Fighter). No obstante, dada la forma en que se dieron las cosas, no puedo calificar mi impresión  como una completa "decepción", pero ciertamente no fue lo que esperaba. Pensando que mi opinión podría estar un poco sesgada (por la edad, porque lo estaba jugando casi 20 años después de su lanzamiento, porque blah blah), me puse a buscar reseñas en el -entonces- pequeño panorama de Internet...


II. Enter Syd Lexia

 

Aunque para ese momento, fines del Verano de 2006, Syd ya había publicado varios artículos en su página web, siempre voy a opinar que el de Street Fighter es -para mí- uno de los mejores. No sólo me encontré pensando "tienes razón" cuando leía sus comentarios sobre el juego, sino que casi ni podía respirar por la risa. Y es que todo el texto mostraba un humor muy natural, que se notaba que ni siquiera se había tenido que esforzar intelectualmente para lograrlo, por más sencillo que pueda parecer en esta época de TikTok y "comedia" zoomer. El proyecto de SydLexia.com tenía para entonces poco más de dos años de existir, con algunos artículos anteriores y posteriores al de SF. Me puse a leer cada uno, y aunque no tenía mucha familiaridad con lo que hablaba en algunos de ellos (como el de Salute Your Shorts, una serie que no llegó a México), de todas formas me encantaba revisarlos, porque el estilo de Syd era muy agradable. Me gustaba la forma en la que sabía combinar nostalgia con humor, además de conocimiento de lo que hablaba, simplemente porque lo había vivido. Syd Lexia no era algún periodista escribiendo tonterías sobre cosas que ni siquiera experimentó de primera mano, sino un tipo normal de Boston que sólo quería compartir sus recuerdos. Y eso me encantaba, porque era precisamente lo que lo hacía tan genial en comparación de otros medios de la época. No era algo mainstream, sino personal. Y, sobre todo, genuino.

Me convertí en un visitante frecuente de la página, aunque siempre de bajo perfil. No creo haber sido el único mexicano que había encontrado ese gran refugio de memorias, mas nunca participé en los foros, los cuales recuerdo que eran muy activos y con una comunidad considerable. En parte porque ya desde entonces me venía mejor ser lurker, y en parte porque mi inglés no estaba tan pulido como para tratar frecuentemente con nativos (de todas formas, no recuerdo ningún foro en el que haya participado entonces, ni en inglés ni en español). A pesar de ello, siempre estaba al tanto de la llegada de un nuevo artículo o entrada a su blog... especialmente las llamadas Fun With Search Engines, en las que Syd seleccionaba las búsquedas más extrañas o ridículas que habían llevado a algún visitante random a su web.

SydLexia.com en The Wayback Machine.
4 de Febrero de 2005.

Pero el tiempo pasó. Los artículos se detuvieron por periodos cada vez más considerables entre sí. Con todo, SydLexia.com se conservó de manera exacta; Syd jamás cambió el diseño o trató de implementar lo que fueron las modas de cada época de Internet, como el uso de Flash o redes sociales (fuera de X, en la que sé que tiene una cuenta muy activa). De hecho, tampoco siguió la tendencia de pasar al video y unirse a la ola de canales sobre videojuegos o cultura retro en YouTube (compartimos opinión de que el llamado AVGN no es exactamente muy bueno como jugador, por cierto). Siempre quedó con su viejo estilo de texto e imágenes, como el acompañamiento clásico de sus historias. Y eso era justo, justo lo que yo quería emular cuando pensaba en el proyecto de Ir y quedar

Syd recientemente publicó dos nuevos artículos en el sitio web, apenas entre Noviembre y Diciembre, después de un periodo de inactividad que comenzó en 2017. Me enteré hace unos días, y la verdad es que quedé impresionado. Syd Lexia estaba de vuelta, y yo no podía mantener un blog que había estado planeando durante años. Y ahora que escribo estas líneas me doy cuenta de que, sin quererlo y a base de recuerdos, he terminado también por regresar a la actividad gracias a la vuelta de un grande.

Aunque sigo pensando que me gustaría poder atraer a más lectores algún día, supongo que tendré una audiencia mucho menor si dejo al blog en calidad de abandono. Así que, como una especie de Henry Darger con cuenta de Steam (y sin, em, historias de niñas con anatomía masculina), seguiré escribiendo y publicando textos. No quiero arrepentirme luego de no haberlo intentado, por más decepción que me provoque ver el artículo de Mona -por ejemplo- y darme cuenta de la poca relevancia que tuvo, al final. No sé si considerar dicho artículo como un fracaso (creo que debería borrarlo, la verdad)... pero hice lo que pude, y con lo que tenía a mi alcance. Podría arrepentirme de haberlo escrito, como podría arrepentirme de todo lo que he hecho con el blog en sí, pero supongo que es peor mirar atrás y arrepentirse de lo que no se hizo. Y no al revés. Don't look back in anger, como dice un grupo del que nunca he sido fanático, aunque tienen razón...

Gracias, Syd.


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Es curioso que, cuando publico este tipo de reflexiones, invariablemente pienso en Zevon. Bien podría pensar en Cohen, o en Waits, pero siempre termino recordando alguna letra del gran Warren... y por buenos motivos. Era inevitable cerrar con el tema que dio comienzo al post de hoy. De The Envoy (1982), Looking for the Next Best Thing.

jueves, 17 de octubre de 2024

La aurora en la ciudad

La aurora de Nueva York.

La reciente escritura del artículo dedicado a Mona the Vampire me trajo muchos recuerdos de lo que fue mi vida entre 2001 y 2006. Y no, no es que me haya olvidado de esa época de alguna manera. Para nada. Mi mente es como una base de datos con mala programación de por medio: registra, con lujo de detalles, eventos que ocurrieron muchos años atrás, pero también se olvida de cosas que me dijeron apenas unos segundos antes. Ahora bien, el haber tenido que profundizar en dicha época para la creación del texto de Mona ha "removido" algunas de esas memorias en particular. Una de ellas fue cuando descubrí el potencial creativo que podía alcanzarse por medio de la poesía, lo que da pie para comenzar el post de hoy.

Para Mayo de 2001, yo tenía poco más de un par de meses dedicado a la escritura. Había creado algunos textos, pero eran simples pastiches e intentos de sonar "lovecraftiano" que no terminaban de convencerme. También tomaba cierta influencia de las obras de Carlos Fuentes (de Cantar de Ciegos, en particular. Confieso que tuvieron que pasar varios años antes de que pudiera entender La Muñeca Reina, pero las descripciones hechas por Fuentes ya me parecían magistrales a los 15), tras encontrar algunos de sus libros en la biblioteca paterna. Aquellos intentos de redacción pueden ser calificados, ya desde la perspectiva de más de dos décadas, como irrelevantes... y, a pesar de ello, también fueron la respuesta a un afán de creación literaria que estaba experimentado en plena adolescencia, que es cuando la creatividad (en mi opinión) suele tener su momento máximo, buscando alguna forma de ser liberada. Diría que es uno de los puntos en los que el ser humano muestra su mayor creatividad, la cual va disminuyendo en conjunto con el avance de la edad. Tiene sentido, si pensamos las cosas de manera filosófica, al tratarse del periodo en el que estamos entre la niñez y la adultez... Pero me estoy yendo por otro lado.

El caso es que a mí me interesaba la prosa. No tenía mucho entusiasmo por la poesía, y de hecho ni siquiera había pensado en la idea de componer algún poema. Y sin embargo, las cosas iban a cambiar muy pronto...


I. A las cinco de la tarde...

 

No recuerdo qué fue lo que me llevó a decir "ya estuvo bien con la prosa", para entonces probar suerte creando algo de lo que no tenía la menor experiencia o, hasta dicho momento, gusto. Quizá fue la necesidad romántica de expresar lo que sentía por... cierta pequeña animada de la que ya he hablado muchísimo en las últimas semanas. O tal vez se trataba de algo que me quedaba natural, dado que siempre fui más "feeler" que "thinker", usando términos de profundidad -y credibilidad- cuestionable. Todo lo que puedo decirles es que, sin planearlo mucho, escribí mis primeros intentos de poesía. Y que no salieron tan mal como esperaba.

Le empecé a tomar gusto a la idea, y llegó el momento en el que estaba produciendo muchos más poemas que cuentos. Aún conservo las libretas que solía utilizar para escribir en dicha época, y en ellas puedo ver una cantidad muy grande de poemas, acompañados de dos o tres historias que -por lo que he notado- ni siquiera me molesté en terminar. Y es que puedo comprender que a mi "yo" adolescente le venía mucho mejor, al final, una manera de expresar las emociones por medio de la metáfora y la brevedad de palabras. ¿Los cuentos? Podía improvisar y modificarlos una y mil veces en mi  propia mente, sin necesidad de dejar su registro en papel (y pienso lo mismo, todavía. Por ello es que no le veo sentido a escribir cuentos o novelas, cuando tengo tantas ideas que difícilmente quedaría conforme con la única versión de una historia. Si me pusiera a escribir todas esas ideas que llegan y llegan, nunca terminaría, porque siempre encontraría una forma de cambiarlas o expandirlas).

Ahora bien, podría decirse que los poemas que llegué a componer durante mis primeros meses de escritura fueron "tradicionales", en el sentido de que no buscaba alguna manera de expandir mi estilo. Me enfocaba mucho en lo que yo consideraba que debía ser la poesía, tomando como ejemplo aquello que me resultaba conocido de dicho arte: trabajos de Bécquer, de Darío, Acuña, López Velarde... en otras palabras, y con excepción de ciertos casos, no trataba de experimentar con las letras. Esto cambió para los primeros meses de 2002, cuando al revisar uno de los viejos libros de texto de mi hermana mayor (estuvo en colegio privado durante toda su educación básica, lo que le dio acceso a libros muy distintos de los que nos proporcionaban en las escuelas públicas. Fui el menor de 3 hermanos; ya no era tan importante que yo estuviera en colegio "especial"... lo que fue mejor, honestamente), pude leer un poema titulado La Aurora, del autor español Federico García Lorca:


La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.


La Aurora
("Español Activo - Tercer Curso",
Lucero Lozano) 

El texto me dejó, a falta de una palabra más conveniente, impactado. ¿García Lorca? Lo ponía en el concepto de ser, también, un poeta "tradicional", con el Romancero Gitano y obras como La Casa de Bernarda Alba. Lo que regularmente se nos enseñaba en las clases de Español en la Secundaria o Preparatoria. No tenía idea de que hubiera escrito un trabajo como La Aurora. Vamos: no tenía idea de que se pudiera escribir un poema como La Aurora. Lo leí una y otra vez, analizando cada palabra, cada frase, cada metáfora. Se percibía la angustia y el miedo que el gigante de Granada había conseguido plasmar en lenguaje poético. Y me encantó, no sólo por su calidad, sino también porque me dio una gran enseñanza al respecto de lo que realmente era la poesía, más allá de lo que había percibido como simple aficionado.

La Aurora pertenece al libro Poeta en Nueva York, escrito por Lorca durante su estancia en dicha metrópoli norteamericana entre 1929 y 1930, como residente de la Universidad de Columbia. El poeta andaluz se afilia al movimiento surrealista con dicha obra, que en ese momento estaba tomando más fuerza en el medio del cine y la pintura (con los claros y evidentes ejemplos, muy relacionados con el propio Lorca, de Luis Buñuel y Dalí). Me resultaba increíble pensar que el autor de los versos de Muerte de Antoñito el Camborio fuera, también, el creador de las escenas angustiantes del amanecer en Nueva York. No, no era increíble... Era magnífico. Y yo tenía mucho por aprender...


II. No es sueño la vida

 

Para 2004, con mi entrada a la Universidad, mis andanzas poéticas se terminaron por algunos meses. Me volví más "racional", como sólo puede volverse un cerebro que trata de comprender la teoría de la Contabilidad, cuando está más hecho para hablar de lenguaje que de números. Al poco tiempo, sin embargo, retomé la creación literaria con lo que fue mi segunda y tercera época como poeta (ya he contado esa historia). En 2006 conseguí un ejemplar de Poeta en Nueva York, que me gustaba leer por las tardes en un parque cercano... y, siendo una de mis temporadas más prolíficas en cuando a escritura, no pasó mucho para que formara mi propia versión (pastiche, bien podría decirse) de un poema de corte urbano, en el que intentara representar mis propias emociones sobre el paisaje citadino. Aquí les comparto dicho texto, que es de los pocos que se conservan de mi periodo como parte de Arihua.net:


En la Ciudad
(Abril de 2006)

*****

Campanario de pasiones olvidadas
que ilumina los pasos sin rumbo
de una humilde muchedumbre.

Habitación solitaria
que alberga a los ecos del dolor;
aves negras que claman por la noche,
con un turbio ojo de plata
que brilla en la penumbra
de las horas muertas.

Bestias de acero y fuego
que vagan por los oscuros caminos
de piedra y granito;
cantares diurnos de luz dorada
y reflejos sin tiempo, 
sin alas.

Rostros cubiertos de desgano
y hartazgo,
autómatas impunes de la urbanidad
y su desdicha calcinante;
testigos inocentes
del toque cruel de la desesperanza.

Desaliento de la vida,
desaliento de la muerte que viene:
existencia vacía e ignorada
por el deseo,
atrapada en los muros ingratos
de los días sin sombra
y los años sin cuerpo.

Andar sin destino
en la escalera de los cielos,
camino sin retorno
a la vereda del destiempo...

*****

Poco después escribí un texto en prosa llamado En la Ciudad (II), el cual era semejante al poema que han podido leer, pero más orientado a la cuestión emocional. La huella del surrealismo de Lorca se mezclaba con el descubrimiento de las letras de Morrissey (mi ídolo en tales ayeres. Tengo algo planeado para Noviembre sobre el dandy de Manchester), dando como resultado un estilo muy diferente al que había demostrado en mis viejos intentos creativos. Y ya en 2011 produje otra "poesía urbana" llamada El Blues del Lunes, la cual creo que está perdida. Pero ya hablaremos más de esa época en otra ocasión, por supuesto.

Poeta en Nueva York no sólo representó una fuente de inspiración para mis torpes creaciones. El maestro Leonard Cohen reconoció en diferentes ocasiones la influencia de Lorca en sus propios trabajos, llegando a adaptar musicalmente en 1986 el Pequeño Vals Vienés como Take this Waltz (se cuenta que dedicó 150 horas para lograr una traducción perfecta del texto original al inglés, lo que puedo creer de un hombre de la altura de Cohen). En ese mismo año, de hecho, se publica el álbum Poets in New York, a manera de homenaje por los 50 años de la muerte del autor andaluz. Este disco, encabezado por el tema de Cohen, incluía versiones musicales de algunos de los textos de Poeta en Nueva York, en diferentes idiomas y con las voces de figuras como Georges MoustakiVíctor Manuel, Donovan y Patxi Andión. Escuchemos a Raimundo Fagner y Chico Buarque con su adaptación al portugués de La Aurora:

Pueden encontrarse otras versiones del poema de Lorca con acompañamiento musical... entre ellas, la más famosa tiene que ser la de Enrique Morente y Vicente Amigo. Ahora, si me lo preguntan, yo creo que la mejor es la que grabó el rockero español Loquillo en 1998 (parte del disco Con Elegancia), junto con nada más y nada menos que otro maestrazo: Luis Eduardo Aute

Cerramos el post, camaradas. Para la próxima actualización del blog tendremos el Steam Next Fest de Octubre, con 14 títulos de los que vale la pena hablar... de algunos más, de algunos menos. Pero aquí estaremos. Y, claro: luego vendrá más poesía, con Renato Leduc y su "sabia virtud".

lunes, 7 de octubre de 2024

Retomando actividades

Revisando la lista de pendientes...
Bien: aquí estamos de nuevo. ¿Qué pasó en los dos últimos meses, que desaparecí por completo? Bueno... pues realmente no ocurrió nada especial. No hay algún motivo "mágico" que me haya llevado a mantenerme alejado del blog, a pesar de la relevancia que ha tomado para mí desde el comienzo del proyecto. Simplemente supongo que necesitaba un periodo de reflexión (digo), o al menos un espacio en el que pudiera pensar -y pensar bien- sobre la dirección en la que llevaré el futuro de Ir y quedar. El post dedicado a Mona la Vampira ha sido una manera de retomar actividades (ese artículo fue, como dije, el equivalente de escribir unas 6 entradas regulares del blog. O tal vez más, ¿han visto la cantidad de palabras que tiene? Todavía me sorprende haber podido teclearlo, considerando que buena parte de él fue realizada en un lapso de dos noches. Es un milagro que, tras 25 años de usar computadoras, me haya escapado del túnel carpiano), por lo que es mejor aprovechar el estímulo que ha significado la celebración de los 25 años de Mona para volver a las actividades.

Me gustaría comenzar a actualizar el blog de manera más frecuente, siendo menos rollero (no será fácil, pero lo intentaré. No se rían) y más centrado en, simplemente, compartir algo de música o hacer alguna recomendación breve. Los entradas extensas serían para ocasiones especiales, o cuando realmente no se pueda decir todo lo necesario con algunas palabras. No lo sé, pero es parte de lo que he planeado a manera de "evolución" para esta bitácora. Por lo pronto, y por más contradictorio que suene, sólo puedo pensar en entradas extensas... Por ejemplo, entre Agosto y Septiembre tuve la oportunidad de jugar un título llamado Astalon: Tears of the Earth. Me gustaría hablarles de él, reseñarlo a profundidad; dejar mis impresiones acerca de lo que significó jugarlo. Lo mismo puedo decir de Apotheon, otro Metroidvania que me pareció lo suficientemente bueno como para dedicarle todo un artículo. Se me han estado ocurriendo nuevas ideas para mantener el blog activo, y creo que lo mejor que puedo hacer es -también- mantener el brazo "caliente" en la cuestión de la escritura, tecleando sin fijarme demasiado. Mostrando acción.

Por lo pronto, ¿qué ocurrió en la cuestión de salud, que mencionaba en el último post de Julio? Pues ya sé qué es lo que andaba mal, y es algo que no deja de ser mi culpa. Lo peor de todo es que, desde el año pasado, ya había controlado muy bien este problema... y volvió por el simple hecho de que abusé de mi buena suerte. Dejé de cuidarme, pensando que el peligro ya había pasado. Así que, una vez más, tener que comprar medicamentos nada baratos, pagar visitas con el médico y hacer lo posible por llevar una dieta estrictamente sana, desprovista de mi droga principal (la Pepsi. Bueno, digo, ya saben que no consumo alcohol. Y si fumara, no me quiero imaginar cómo andaría)... lo que no siempre es fácil, pero no me queda más remedio. 

Tengo que ponerme a hacer las cosas en serio antes de que llegue la época navideña, con todo lo que ésta implica en la cuestión alimenticia. Y no es que yo sea un tipo muy fiestero (para nada), pero la Navidad es una buena excusa para que la familia se reúna, tal como lo hacíamos cuando mi madre vivía. Así que todo depende de mí. Por suerte, esos feos malestares que pasé entre Junio y Julio terminaron, gracias a un medicamento adecuado y a que sí he dejado muchas cosas que sólo me provocaban daño. Tengo la esperanza de que el tratamiento y, sobre todo, mi voluntad, me ayuden a recuperarme. Y si no, pues... tendré que someterme a una operación. Que no es la gran cosa, pero no deja de implicar un bisturí. Damn.

En fin: estamos ya en Otoño. Este año ha transcurrido inusualmente rápido, pero así pasa el tiempo entre más viejo te vuelves. Cuando comencé el blog, hace 7 meses, estábamos entrando al último mes del Invierno. En unas semanas estaremos llegando a Diciembre, y en pocos días terminará 2024. Un año que no puedo calificar como malo, pero sí como... ¿irrelevante? Quizá. Aún le quedan casi 90 días para mostrar músculo, pero no guardo muchas esperanzas al respecto.

En el futuro próximo del blog, tengo pensados dos artículos sobre poesía para el resto de la semana. Por ahora, cerrando la breve publicación de hoy (que hice, principalmente, para demostrar que Ir y quedar sigue y seguirá con vida), nada mejor que música. Para esta noche de Lunes, con la próxima medianoche, queda muy bien el tema Roll Bus Roll, del cantautor estadounidense Jeffrey Lewis. A Lewis con frecuencia se le considera como perteneciente al movimiento "antifolk". Más bien, yo describiría su estilo como "nerd folk". Y es que estamos hablando de un hombre que gusta, y se dedica, a los cómics. Jeffrey puede ser calificado, en toda la extensión de la palabra, como un verdadero nerd. No es un "antisistema", por así llamarle, sino un tipo que sabe componer letras que resultan tan cerebrales como relatable, usando un término que queda mejor en inglés. Aquí lo tenemos, acompañado de The Junkyard:




I wasn’t designed to move so fast.
I wasn’t designed to have so much past.
And in my minds eye they all have so much fun,
nowhere to hide, and nowhere to run.

[...]

Two weeks in England, two weeks in town.
Another hundred bucks of medication down,
another sorry message that I need to send
and another situation that I have to end.